Los números se mueven
La creación del Centro Nacional de Matemáticas
pondrá al día una disciplina en pleno despegue
En pleno desarrollo del Plan Nacional de
Matemáticas, en el que se incluye la creación en 2005 del
esperado Centro Nacional de Matemáticas, y mientras se prepara
el Congreso Mundial de Matemáticos de 2006 que se
celebrará en Madrid, Juan Luis Vázquez, Premio Nacional
de Matemáticas, repasa los hitos recientes de la disciplina, sus
necesidades y las claves de su expansión.
No es fácil hablar al gran
público de matemáticas. Siempre me ha sorprendido que una
actividad tan importante en la vida intelectual y social como es el
“Arte de los Números” provoque en el público llano y en
ciertas islas culturales reacciones tan defensivas e incluso negativas,
reacciones que no provocan artes ni más ni menos sutiles, como
la música, la poesía u otras ciencias. Yo he visto en la
profesión matemática mucho idealismo y no poco humanismo
junto al inevitable amor a las ideas abstractas, y sin embargo el mundo
matemático-cuantitativo tiene aún mala fama oficial en
los medios culturales. Algo nos dice que al canal de
comunicación le vendrían bien unas mejoras, pues las
matemáticas son difíciles, pero son también
hermosas y profundas, y son muy útiles. Y no somos sólo
la ciencia de lo “matemáticamente exacto”, también
entramos hoy día al toro de lo “probable” y lo “caótico”,
lo cual resulta ser de gran utilidad industrial, comercial y social y
da trabajo a nuestros alumnos.
Terreno seguro en la base
La actividad matemática es una parte de la actividad social que
tiene una situación peculiar dentro de las sociedades
desarrolladas. Todos los humanos practicamos por necesidad evidente sus
artes más elementales: el conocimiento de los números
enteros, la técnica de contar, las operaciones elementales, y
también la geometría y el arte de medir y pesar. La
neurociencia ha descubierto ya la localización en el cerebro de
las operaciones aritméticas en un nivel básico; pensar
matemáticamente es una actividad consustancial al ser humano (no
sé si desde Atapuerca).
Detectando un problema
El lector avisado nos dirá que el problema no está
ahí, está en las Matemáticas Superiores.
¿Qué diablos hacen pues los presuntos Matemáticos
Superiores? ¿por qué deberían importarnos sus
vidas y hazañas? Visto desde otro ángulo:
¿Cuántas Matemáticas hemos de saber, y
cuántas entran en el acervo del hombre culto? Esas son algunas
de las cuestiones que conviene abordar, pues el público anda
revuelto y con razón por el llamado fracaso escolar. Y, sin
embargo, las noticias que llegan del Universo Matemático son de
lo más prometedor para la sociedad. Plumas más elocuentes
que la mía han empezado años ha la labor de tejer el
relato de esta aventura moderna. En los próximos
epígrafes intentaré introducir algunos temas que pienso
que merecen la atención del público, así como
propuestas que darán que hablar en los próximos
años si nuestro país continúa la línea de
progreso intelectual y social.
1. Vistas del Olimpo matemático. El
reto intelectual. Desde la más remota antigüedad y en
muy diversas culturas, los humanos dotados de una especial sensibilidad
han sentido una enorme fascinación estética en la
comprensión de las propiedades de los números y las
figuras, en el placer de deducir lógicamente las relaciones que
ligan los números entre sí y las que hay entre ellos y
las figuras y las medidas del mundo que los números nos ayudan a
entender. La Matemática como ciencia abstracta, lo que podemos
llamar la Alta Matemática, es y ha sido un juego intelectual
desde hace más de 20 siglos, desde tiempos de Pitágoras,
Platón y Euclides o antes. Más cerca de nuestros
días, el año 1900 fue extraordinario para esa parte de la
Humanidad que se apasiona por los grandes desafíos de las
Matemáticas. Esos desafíos se llaman problemas abiertos.
En ese año David Hilbert planteó en el Congreso
Internacional de París sus famosos 23 problemas que
tuvieron en el mundo matemático del siglo XX tanta o más
resonancia que las tesis de Lutero en el mundo noreuropeo. Dos grandes
noticias se han producido en los últimos 10 años que
quiero reseñar.
La primera es la Prueba de la Conjetura
de Fermat, que había resistido a los más sabios por
más de tres siglos. En 1995 un gran revuelo recorrió la
sociedad matemática, cuando Andrew Wiles, un matemático
inglés, publicó un artículo en que la dejaba
resuelta.
La segunda noticia sucedió
el miércoles 24 de mayo de 2000 cuando se anunció en el
Collège de France de París el conjunto de los 7 problemas
matemáticos que constituyen los Millennium Prize Problems,
patrocinados por el Clay Mathematics Institute. Recordando a Hilbert,
pretende reflejar 7 de los más importantes problemas abiertos de
la ciencia matemática al comienzo del nuevo siglo. Bajando al
mundo real, la Fundación premiará la resolución de
cada problema con un premio de un millón de dólares. Toda
la información sobre el premio y los problemas se puede obtener
en la dirección de http://www.claymath.org/prize_problems.
Estos problemas recorren las diversas áreas de las
matemáticas puras y aplicadas. Volvió el revuelo a los
círculos selectos, y algún español está
invirtiendo muchas horas en la brega. En la primavera de 2003 se supo
que Grigori Perelman, matemático ruso que trabaja en San
Petersburgo, anunciaba la resolución del número 3. Desde
entonces, un grupo distinguido de expertos, algunos españoles,
estudia los endiablados 3 artículos que sustancian el anuncio.
2. La investigación española
cumple objetivos. La gloria de la alta matemática ha sido
prácticamente ajena a nuestro país en los siglos pasados.
Muy en la vena del famoso dicho “que inventen ellos” nuestras
universidades vegetaron durante siglos en saberes menores o afanes
enciclopedistas, con algunas excepciones notables que nunca lograron
enraizar una escuela a la moda francesa, inglesa, italiana o alemana.
España figuraba en 1980 con una participación de 0,4 % de
la publicación mundial en la más famosa de las bases
estadísticas, la ISI, cuya fiabilidad está bien
establecida. Figura hoy día con el 4.53%. El factor es pues de
más de 11 por 1. Por poner un ejemplo comparativo, Italia tiene
un 5,5%, lo que, vista la comparación de las poblaciones, nos
pone al nivel cuantitativo de un país de primera línea
por primera vez en la Historia. Sin duda alguna los números y
estadísticas necesitan un contexto: toda clase de informaciones
complementarias elaboradas por la Real Sociedad Matemática
Española y otras sociedades señalan que los porcentajes
responden a un hecho real, tanto individual como social. He aquí
el broche de oro de este ciclo: en el año 2006 se
celebrará en Madrid el Congreso Mundial de Matemáticos.
3. Matemática, Ciencia y el I+D+i en
España. Las siglas administrativas I+D+i significan
investigación, desarrollo e innovación. Cumplida en
opinión de muchos la “época heroica” de montar un establishment
científico numeroso, eficaz y homologado internacionalmente,
España enfrenta en los albores del siglo XXI el reto de las
otras dos letras, D+i. Nuestra inversión en Ciencia comparada
con otros países europeos más avanzados en
términos de PIB es muy inferior. No sólo Francia y
Alemania o las míticas Suecia y Finlandia invierten más y
con más rendimiento; países europeos “menores” como
Irlanda, la República Checa, Hungría y Estonia tienen una
política actual mucho más progresiva en Ciencia para el
Desarrollo y la Innovación y serán competidores serios en
pocos años. Tener un modelo matemático es hoy día
la elegancia mínima requerida para no perder el tren del futuro.
De hecho, un nuevo peligro acecha a las naciones: quienes no entiendan
este mundo de experimentos, modelos y cálculos tendrán
pocas posibilidades de competir por los buenos empleos en el mundo
global. La conclusión es clara: es preciso invertir en calidad y
cantidad para competir. Las sociedades científicas
españolas han ido descubriendo una a una estos últimos
años esta verdad. Y han descubierto además que el
diagnóstico común las une para plantear una acción
conjunta que mueva la conciencia del país. Para enfrentar este
reto se ha constituido en marzo de 2004 la COSCE, Confederación
de Sociedades Científicas de España, presidida por el
biólogo Joan Guinovart.
4. Tenemos un plan. Parece pues que
España ya posee una base científica razonablemente buena,
como también tenemos buenos cineastas, músicos o
escritores. Para enfrentarse al nuevo ciclo de desarrollo de la ciencia
y de servicio de la ciencia a la sociedad, se necesitn reglas sencillas
sobre qué hacer o fracasaremos. He aquí la
selección del autor:
Medios, personal, talento,
concentración y liderazgo.
Quiten una y no funcionará,
hay experiencia de más de un siglo en el mundo desarrollado.
Termino diciéndoles que esto se traduce en mi modesta
opinión para el desarrollo de las Matemáticas en un plan
sencillo:
1. Mantener las instituciones que
están funcionando y
dotarlas de mejores medios. 2. Apoyar más decididamente a los
investigadores de prestigio y sus equipos. 3. Ampliar las plantillas
con jóvenes valiosos. 4. Crear un Centro Nacional de
Matemáticas, posiblemente con unas pocas grandes sedes,
siguiendo los modelos de los países punteros (EEUU, Alemania,
Francia, RU, Canadá).
Esperamos noticias.
Juan Luis VÁZQUEZ
c.a.
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